[CUERPOS]
mirad:
los pájaros picotean palabras,
se vuelven ellos mismos frases
de un universo
que nace en la boca de los lobos.
cada estrella es un cuerpo
de agua, brillante forma
del pensamiento.
tu cuerpo es la palabra que me crea:
este poema vuelve corpóreo el desaliento,
un ritual sin más, un relámpago que sube
por el ombligo del cosmos, breve escorpión
que me invoca y dice:
aquí.
[CUERPO DE LA LUZ]
El sol inunda el cuerpo
ANDRÉS SÁNCHEZ ROBAYNA
No hay luz que no sea
transparencia del cuerpo de las letras,
hábito irregular
de un sol que fuera boca,
anhelada boca de la luz, del cuerpo,
de las letras del deseo que me escriben
cerca de tu vientre,
ombligo de luz de la escritura.
[CUERPO CELESTE]
Veo la noche extenderse
lánguida como una uva.
Mis ojos palpan sus racimos.
Mis venas se hacen zumo de astro.
[CUERPO RITUAL]
Encendemos hogueras
para ofrecer la orfandad al dios.
Con cada llama asciende
un lobo profundo
a ser ceniza del sentido.
[CUERPO DEL HABLA]
hablo:
digo sílabas, montañas,
silencio oscuro que se hace cuerpo
de la luna y dilata
la forma de la matriz que me contiene
en un óvalo de luz:
arquitectura de la ausencia,
en su centro vivaz noto
la encarnación del amor en el lenguaje.
[CUERPO DE LA ESCRITURA]
Si fuerzo a la escritura
un océano de voces
recomienza a aniquilarme.
Gota sideral,
detenida gota en el vértice
de un planeta,
cada borrón es un cuchillo,
cada palabra un chorro de esperma
que ladea la sombra
hacia el ombligo virginal
del universo.
Me oigo latir en las paredes
hecho cifra cuajada
de la música.
Toco la página
y no se escribe el poema
sólo
contagia al cuerpo entero de su temblor.
[CUERPO DEL LENGUAJE]
el lenguaje se vierte,
derrama sentido y lámparas,
bebe una leche ubérrima.
me inviste material, me rodea,
me seduce la escucha
de su emoción latiendo.
óleo en el lenguaje:
oleaje de hojas, en las ventanas,
todo en derredor me dice:
ven.
cuerpo del lenguaje, bríndame
la piel de los ciruelos,
el útero del viento que nos traza.
ALUMBRAMIENTO
¿Anhela el rayo una morfología de leche? Su silueta de durazno crece en mis entrañas. En la víspera del alumbramiento vuelan en semicírculo los signos breves: el cielo, inmóvil, señala sílabas ardiendo.
GEOTROPÍA NEGATIVA DEL LENGUAJE
Mirar el mar: abarcar el ocaso de una aurora no prevista.
Domina el pájaro su desnudez, presencia voluptuosa que se sumerge.
La tarde trepa por su luz, gravitando en el fruto aborigen de las tinieblas.
La mañana es un fruto profético de olas: en el espacio engendra la noche el viento y su simiente, la consternación oculta en la raíz.
Persiste el mar vacilante en su solsticio, haciendo grafías de silencio en la vocación geotrópica del lenguaje.
TIEMPO
¿Y si abro el corazón al agua turbadora del desierto? Llueve afuera. El tiempo es una naranja cubierta de la estirpe sedienta del alba.
CADUCIDAD
Digo aire y los zumos de la luz te recorren. Digo tú y el firmamento concluye sus diagramas fatuos. Nombro un recuerdo y los huesos destilan su sequedad. Escribo mis ojos en la arena y un lobo lame mi rostro. En sus amígdalas vislumbro el vacío.